El lobo.

Lunes, 21 de enero. 08:06.

Te despiertas como todos los días y lo primero que haces es mirarte en el espejo, ese espejo que sólo te muestra toda la mierda que un alma puede esconder. 
Intentas ser buena, ser comprensiva. Intentas serlo todo para todos. Algo te falla. 
Te lavas la cara evitando mirar el reflejo que te escupe. Te quitas la ropa y entras en la ducha. El agua sale sucia. Hasta tu piel es consciente de que escondes algo dentro. 
Sales y te secas. Notas cómo las gotitas de agua no tardan en separarse de tu cuerpo. Ni ellas quieren tocarte. 
Te vistes, te peinas, intentas maquillar la masacre en la que se ha convertido tu rostro. Coges tu bolso y sales de casa. Respira. El demonio se ha ido una mañana más. 

"¿Por qué  se fue Lucas?" te atreves a seguir preguntándote. 
Nadie quiere vivir con un lobo que intenta ser cordero.  Por mucha piel que te arranques, por muchos dientes que te quites, tarde o temprano, el lobo, aunque no tenga piel, aunque no tenga dientes, termina devorando todo lo que tiene a su alrededor. 

Por eso se fue Lucas. 

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