El encuentro.

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Viernes, 21 de octubre. 10:00

Lucas estaba perdido. Ese sitio era enorme y sólo sabía un número y una letra. La habitación de su hermana Lucía era la 93C, pero lo que no sabía era el módulo de habitaciones en la que se encontraba. Comenzó por el módulo C, el más alejado de la entrada, suponiendo que la letra del número coincidiera con el módulo. 
Entre los tres edificios de apartamentos, un enorme jardín formaba una plaza como punto de encuentro. Un enorme jardín con grandes árboles que incitaban a pasar esos calurosos días de octubre de levante bajo sus sombras. Sí, de octubre. Ese octubre fue un extraño octubre. Tan extraño y tan octubre, que se hacía llamar "el mayo del invierno".
En el centro, una gigantesca fuente redonda culminaba la maravillosa obra arquitectónica de aquella residencia. Una gigantesca fuente redonda con una hermosa Atenea en lo alto, de pie, con libros entre sus manos, apretados contra el pecho. Una bella afrodita se encontraba a su izquierda, recostada intentando tocar el agua que brotaba del cántaro de Hera, que sentada a la derecha de la primera diosa, la derramaba mientras miraba con furia y celos a su marido, que con una sonrisa seductora trataba de enamorar a las flores a la vez que observaba el arrebato de odio de su esposa. 
Un perfecto Narciso observaba su reflejo maravillado y escondido entre los arbustos que rodeaban la fuente. Hefesto, como exiliado, forjaba el grifo del otro lado de la fuente mientras observaba con desdicha el gozo de su esposa, quién nunca llegaría a amarlo. Poseidon, dios del mar y de las aguas, se encontraba en el centro de la increíble figura, bajo el agua que brotaba de Hera, en una calita de mármol junto con sus sirenitas. Ares se encontraba herguido dentro del agua, levantando su espada en dirección a Afrodita, señalándola, dictando que era de su propiedad. Y, por último, un modesto Apolo se encontraba sentado en el borde, con los pies en el agua, leyendo.

Lucas quedó impresionado. Años de cultura metafísica resumidos con tal perfección. Una historia contada sin palabras. Una historia muda. Preciosa e inquietante. Todo se decía sin decir nada.
Continuó por el jardín hasta llegar al complejo C, donde sentía que debía estar. Sentía la necesidad de subir sus escaleras y deslizarse por el pasillo de la planta tres, hasta llegar a la habitación 93C. 
Le llamó la atención el cuadro de Marilyn Monroe con una dirección a un blog en el pie de la imagen que había colgado en la puerta. Lucas odiaba a Marilyn, odiaba las cosas superficiales, las cosas que se podían apreciar a simple vista y no dejaban nada para la imaginación. Creía en la importancia del enigma, del misterio. Una mujer tenía que parecer peligrosa, diferente, que nadie supiera nada de ella, y Marilyn era todo lo contrario. 
-¿Lucía?- dijo llamando a la puerta.-¿Lucía?- volvió a repetir mientras abría la puerta.
-¡Espera!, ¡No abras la puerta!- Una voz dulce, preocupada, le puso el corazón en el cielo.
Pero era tarde, Lucas había abierto ya la puerta y vio a una chica enrollarse rápidamente en una toalla verde.
-Perdona, perdona, estaba buscando a mi hermana. Lo siento mucho, de verdad, no he visto nada.- Lucas estaba muy avergonzado y se tapaba los ojos con las manos.
-Uy, qué rápido vas, ¿no? Aún no me has invitado a cenar y ya piensas en colarte en mi habitación mientras me ducho.- Dijo mientras reía.
-Lo siento mucho, de verdad, no he visto nada, te lo prometo. 
-Va, va, no te preocupes, no creo que te asustes a estas alturas.- Ella no paraba de reír y su risa impregnaba  el corazón del muchacho de un sentimiento que aún no reconocía.-¿A quién buscabas?
-A mi hermana Lucía. Tenía que venir a ayudarla con unos problemas que tenía con sus clases.
-No me suena de nada el nombre. También es verdad que yo soy nueva aquí.- sonrió. -¿Está sola en una habitación o comparte?
-Comparte. Perdona, ¿qué músicas estás escuchando?- Lucas estaba maravillado con el fondo musical que había en ese cuarto.
-Si comparte debe estar en el B. Es que es un poco lioso el tema de los módulos, las letras y los números. La música es Standstill.
-Pues suena bestial, me encanta. Muchas gracias, de verdad. Y siento mucho el incidente de antes.
-Es el módulo de la parte de Hera.-la chica hizo un gesto para que no se fuera aún y siguió hablando- Aquí no los llamamos A, B o C, como pone en los carteles. A para Atenea, B para Hera y C para Afrodita. Encantada de conocerte, de todas formas. Soy Mía. 
-Yo soy Lucas, encantado.- La chica le tendió la mano mientras sujetaba con dificultad la toalla. 
-Si algún día te vuelves a perder, ya sabes donde estoy.- La chica comenzó a reír de nuevo con esa risa tan suya y tan dulce. 
-93C, me lo guardo. C de Afrodita, C de amor, C de...- Mía no podía parar de reír y Lucas sonreía al oírla, desprendía luz propia.
-Bueno, bueno, frena. Es un placer, de verdad. Algo me dice que eres el que vuela.- dijo poniéndose seria.
-¿Cómo?- Lucas se quedó completamente extrañado con sus últimas palabras y antes de que la chica pudiera contestar, su móvil comenzó a sonar.- Mierda, tengo que irme. Ya nos veremos.- sonrió.
-Adiós- dijo ella mientras la luz que emitía su sonrisa impregnaba todas las grietas del interior de Lucas y le hacía sentir vivo, después de tanto años de exilio emocional.

"El que vuela..." no dejaban de pensar.

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