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Era ella.
La vi tras el cristal. Un cristal empañado por la proximidad de su nariz. Suspiraba de forma violenta. Sus ojitos garzos brillaban de una forma especial y el azahar que rodeaba ese color, estaba teñido de carmín. Su rostro presentaba un tono sobrio, sereno.
Estaba harta de las mismas insignificantes historias que la rodeaban. Estaba "hasta los huevos" como ella misma definía. Le daba asco todo, los amigos, los hombres, las mujeres, las parejas...Todo. Sólo le apetecía sentarse a fumar y beber hasta que eso la matara. No encontraba la esperanza que la caracterizaba...
Suspiró de nuevo y una tierna lágrima quiso caer por su rostro aunque ella la borró antes de llegar a la mejilla. No quería llorar, sólo quería fumar. Fumar y follar. Sus nuevos amantes: Camel y Control, Lucky y Durex. 
No sé cómo ni por qué, cambió su mirada de dirección y se cruzó con la mía. Me miró fijamente y me sonrió. Le devolví la sonrisa y la saludé con el café. La vi moverse de su plaza y desapareció.
Pasé la página del periódico y volví a mirar al frente. Allí estaba ella, delante de mis ojos.
-¿Tienes prisa?- me dijo con un tierna sonrisa.
-Puedo cancelar lo que tenía. Siéntate, anda.
-Pareceré una loca, pero algo me ha dicho que tenía que hacerlo.
-Jajajaja, los locos no sufren. Tienen su realidad paralela que les hace ser felices.
-De hecho, sí que sufren. Y sufren bastante, pero sólo cuando descubren que su realidad es distinta al resto...
-Pero eso no significa que su realidad sea la falsa, puede que esa sea la verdadera realidad.-La corté tajantemente, pero ella no paraba de sonreír.- ¿Eres psicóloga?
-Un proyecto, vengo a terminar mi último año y a empezar un máster.
-Es decir, que no eres de aquí, ¿verdad?
-Cierto, soy de un pueblecito, entre Murcia y Alicante. Pero no me gusta usar el término "ser de". No importa donde nazcas, importa donde acabes. Y no quiero acabar en un pueblecito, jajaja.
-¿Y dónde quieres acabar? Si se puede preguntar. Ay, por cierto, no te he preguntado si quieres tomar algo.
-Jajaja, no te preocupes, no quiero nada. No sé dónde quiero acabar, sólo quiero que haya arte. Barcelona me parece un sitio con arte. Pero mi final tiene que ser en Buenos Aires, bailando un tango cuando sea viejecita, un paro cardíaco y pum. Desvanecerme. Terminar. Empezar en un pueblo y acabar en un arrabal. ¿Poético, eh?
-Eres increíble. Me pareces mágica. ¿Tienes ya sitio para vivir?
-No, bueno, para dormir sí. He venido con lo justo para empezar a buscar casa, tengo un amigo que me acoge un par de noches.
-Yo tampoco soy de aquí, pero busco compañero de piso. Creo que todo esto parece muy psicótico, un tipo que toma café en una estación de autobús, no es un buen tipo. Si quieres te lo enseño y tú opinas.
-Jajajajaja, no es muy normal, no. Pero oye, me resultas muy familiar. ¿Cuál es tu nombre?
-¿Ves? Se me había olvidado también presentarme. Soy un desastre y parezco medio loco. Me llamo Mateo y trabajo en un periódico por aquí cerca. También estoy en un grupo de teatro y soy una especie de "cazatalentos" literario. Una editorial me paga por buscarle escritores noveles. En fin, ya sabes mi vida. ¿Y tú?
-Yo soy Mía. Estudio psicología blablabla... Y también escribo. Pero por ahora sólo para mi diario, jajaja. Es un poco tarde, ¿podemos ir a ver el piso?
-Claro, claro, vamos Mía. Un nombre muy posesivo, jajaja.
La cara que mostraba al principio de llegar había desaparecido. Una chica nueva en una ciudad nueva, al fin logró lo que buscaba después de mucho tiempo.